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Pasito a pasito. Colección Cupcake. Consejos de una madre en apuros. Por Flor Enjuto.

 

PASITO A PASITO SACOS Y MINISACOS COLECCIÓN CUPCAKE CUADRITOS 

Cuando el ginecólogo me dijo que el cigoto que llevaba dentro no era una mozuela sino un varón, el pater empezó a temblar, básicamente porque ya le había amenazado con que fuera niño o niña estaba condenado a usar los faldones de su hermana y que también llevaría capotas y patucos y sábanas con puntillas, con lo que le gusta una un chantilly y un aparentar. Hombre ya.

Y como toda madre sabe, si se amenaza hay que cumplir y así fue como Cigoto salió con un pelele de piqué y una capota de punto del hospital y a partir de ahí todo fue asarasamiento, a base de cubrepañales de batista, faldones de plumeti y ribetes de balencié.  Que no se diga.

Sin embargo, este hijo mío, como no podía ser de otra manera, es un saboteador –como la pelirroja que espera a estar en la calle y vestida de niña finita para sacar la barra de labios negra de Halloween, que esconde en el bolso feísimo con forma de guitarra que tiene, y maquillarse a lo Rambo haciéndome coquetear con un ictus severo antes de llegar al coche- y yo no sé si el hermanísimo está o no confabulado con el pater, pero lo cierto es que se le está poniendo una cara de macho ibérico que ya no me cuadra con los modelitos previstos para el próximo invierno y las capotas, por ejemplo, le sientan como un tiro. Como los hombres que se visten de bebés en carnaval, pero en miniatura. Pero mientras no tenga bigote, a mí plin, con lo bonito que está un bebé vestido de bebé.

De ahí que cuando los chicos de El Planeta del Bebé me ofrecieron el saco para la sillita del aspirante a pelirrojo de la colección Cupcake Cuadritos de Pasito a Pasito, entré en estado de éxtasis, primero porque adoro esta marca sobre todas las cosas y segundo porque vi un modelo con estampado en Toile de Jouy que me puso los ojos como Marujita Díaz de la emoción pensando en lo monísimo que iría mi niño allí subido, como un señor de buena familia, aunque luego pensé en su cara de hombrecito de las cavernas, enmarcada por lazos, capotas y estampados cartujanos y no sé yo, máxime cuando vi al pater sudando frío mientras yo le pasaba el catálogo y vio enmarcado con dos círculos la funda de la discordia.

Habitualmente, suelo elegir lo que me gusta a mí que para eso una se llevó nueve meses en el infierno de las vomiteras y las posesiones abdominales y ahora pena por sus estrías y sus orondidades nuevas, pero esta vez quise ser buena gente, básicamente para desarrollar buen karma. Bueno, lo cierto es que quise fingir serlo porque había tantos modelos preciosos en el catálogo de Pasito a Pasito, que lo mismo me daba 8 que 80, para qué voy a engañaros. Que si la Ginger en tejido Oxford, que si la Cupcake, que si la de topitos con detalles de Cashmire… había tanto donde elegir y todo tan bonito, que antes de que me diera el estrés y la ansiedad, me decidí por la Cupcake, una funda saco de minicuadritos tostados, que te quita el sentido de la orientación de bonita que es.

Y todos contentos. Sobre todo el Cigoto, que va por la vida sentado en su silla como un faraón egipcio, viendo mundo y jaleo, que es lo que al caballero le gusta y vacilándole a los otros niños con su funda nueva y su saquito molón.

Pero la que realmente está contenta con la funda-saquito es la pelirroja, primero porque ha descubierto lo que es el charol –que lleva en la zona de los pies para que no se manche con los zapatos- y ha quedado tan impresionada que ha decido que quiere un vestido ‘como de ezo que brilla muchízimo pero en roza’ para su cumpleaños y segundo porque ha encontrado un nuevo objeto de maldades varias y es que entre el hermanísimo que está dejando de ser una ameba para pasarse al lado oscuro y la pelirroja destroyer, el fondo del saco alberga un micromundo de porquerías que una sacude y limpia cuidadosamente –mientras grita y amenaza- cada día y entre el que puede encontrar hojas secas y pisadas por camiones que la pelirroja va encontrando ‘ez que zon del otoño, mamá’, palos pegajosos de piruletas y hasta la cabeza de Peppa Pig, cuyo cuerpo desapareció hace mucho.

O sea que no descarto que a este ritmo, tenga que pedirme otra funda antes de navidad, aunque esta vez igual me la pido sin saco, que mejor que me pille una bronquitis que una infección severa por sarna. Con lo feísimo que estaría eso en un niño con capota de piqué.