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Saro, nueva alfombra Selva. Consejos de una madre en apuros. Por Flor Enjuto.

Flor Enjuto. Consejo de una madre en apuros

NUEVA ALFOMBRA SELVA DE SARO. CONSEJOS DE UNA MADRE EN APUROS. POR FLOR ENJUTO.

‘De casta le viene al galgo’ o ‘bendita sea la rama que al árbol sale’ son grandes frases de la sabiduría popular y refranero de nuestro país, que me viene de perlas para describir la relación de Cigoto con su nueva y preciosa alfombra de juegos Selva de Saro que los chicos de El Planeta del bebé tuvieron a bien mandarnos después de que una servidora dejara claro su amor incondicional por aquel artilugio blandito y colorista, con jirafas, elefantes, leones y ranas pintados y sus figuritas colgantes de diferentes formas y colores y que seguro que al nene acababan por volverle loco.

En realidad, toda esta trama venía por las ganas de una de que el pequeño de la casa le diera a la ejercitación muscular para que con esta alfombra Selva de Saro fuera fortaleciendo los gemelos y empezara a dar sus primeros pasos más pronto que tarde –que una no tiene ya la espalda para transportar pelirrojos noche y día como un sherpa- y otra para que fuera afinando sus movimientos y así las patadas nocturnas dejaran de machacarme el hígado y me machacaran, por ejemplo, los riñones para ir compensando debilidad orgánica.

Pero no. Cigoto ha salido a su madre y aunque el gimnasio Selva le gusta -porque a quién no le iba a gustar con todos esos colores y esos mordedores en forma de estrella y de flores- no está por la labor de usarlo, vamos, que lo tumbo en él y me mira raro como si no tuviera claro lo que tuviera que hacer.

Él lo mira, sonríe y como mucho, en un alarde de generosidad ante mis ojos suplicantes, coge una de las figuritas colgantes y trata de llevársela a la boca, pero si la cosa se complica mucho y aquello requiere de mucho esfuerzo, la vuelve a soltar, que mi niño es un flojo como su madre y se niega a condenarse a un mundo de agujetas. Y no le culpo.

Así que como mucho se da la vuelta y lame la mantita hasta que se cansa y grita para que lo saque de allí y entonces, cuando lo cojo en brazos sí que patea y sí que me trinca el collar y los pendientes y entonces no le importa que requiera el esfuerzo de arrancármelo de la oreja o decapitarme a tirones, que el niño más que vago, le bloquea la idea de un gimnasio… como a su madre que ha pagado matrícula en prácticamente todos los centros deportivos de la ciudad pero en total ha ido a tres clases de Spinning que casi me matan de un shock multiorgánico, dos de cardiovasculares viendo forzudos a punto de reventarse las venas y una de GAP que es una cosa muy chunga que te deja sin poder sentarte una semana… o sea que una se matrícula, paga religiosamente porque aquello la hace sentir bien con la idea de ‘pero el lunes ya sí que empiezo de verdad’ aunque ese lunes nunca llegue, pero ir no va, que eso de un lugar concebido para sudar y pasarlo mal como que no va conmigo… pues mi Cigoto igual.

De cualquier manera, el gimnasio Selva de Saro sigue presidiendo el salón porque la pelirroja sí que lo usa para poner a ejercitar a sus nenucos bizcos de la ‘Nenuco Consulta’ e incluso para tumbarse a jugar a ser un bebé a ver si por esas Cigoto se encela y acepta ejercitar musculatura. Pero no. Que es como cuando su madre ve a las modelos en las revistas, que se muere de la envidia y se hace mil propósitos, pero es el primer día frente a la elíptica o al pan de avena y recula… que las curvas también molan mucho y se ve que Cigoto también lo sabe.